sábado, diciembre 17, 2011

12 Encuentro Feminista


El 12 Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Su sede, Bogotá, Colombia. Nunca había estado en esa ciudad, iba con muchos deseos de poder conocer de cerca esa realidad que alguna veces reflejé en entrevistas o notas periodísticas. Quería re-encontarme con compañeras de luchas, con activistas jóvenes y de las históricas. Quería enriquecerme con esa experiencia. Iba a re-encontrarme con compañeras de trabajo de AWID, con las cuales no nos vemos siempre, y eso ayuda para poder conocernos un poco más, profundizar las relaciones humanos y de amistad.
Sería mi primer Encuentro Feminista. Iba con expectativas. Iba con ganas de recargar las baterías del activismo. Las baterías se empezaron a recargar ante la presencia de casi 1500 mujeres que nos reunimos por tres días, del 23 al 26 de noviembre, hace unas pocas semanas atrás.
Las baterías se descargaban cuando debía caminar un hotel militarizado, ya lo sabíamos de antemano, pero vivirlo esos días me hacía mucho ruido en mi interior.
Para mí lo más fuerte, además de ver a las amigas, de las largas charlas, de las acaloradas discusiones, fue la marcha del 25 de Noviembre, día del 30 aniversario del establecimiento de esa fecha como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Cuando volví, mis primeros comentarios fueron que volví desilusionada porque el encuentro había estado despolitizado. En realidad la fragmentación a raíz de las “provocaciones” o Talleres, hizo casi imposible, hasta el final del Encuentro, tener una idea de lo que estaba pasando en general.
El Encuentro estuvo politizado, por las compañeras más jóvenes muy críticas hacia la organización, muy críticas hacia la sociedad heterosexista. Estuvo politizado por las compañeras de la Campaña Nacional por el derecho al aborto de Argentina, y por la Red de Trabajadoras Sexuales.
Hubiera preferido otro Encuentro, hubiera preferido otras formas de Encuentro, pero el poder compartir un espacio así con otras 1500 mujeres, siempre me hace sentir que ando por donde debo andar, que está bien lo que hago y que la lucha vale poder seguir llevándola adelante.